HERMENÉUTICA
Curso
preparado por: Wilson Leon Valle
UNIDAD 1:
GENERALIDADES
Introducción
general
Este curso comprende el estudio de
la historia, principios y métodos de la interpretación bíblica, considerando
especialmente la relación del intérprete frente al texto bíblico y sus
implicaciones para una tarea hermenéutica contextualizada al presente de la
iglesia en Latinoamérica. Incluye práctica exegética y homilética.
La hermenéutica no es una
asignatura fácil, requiere disciplina
Suponemos que los que
participan de este curso, alguna vez han preparado y presentado un estudio
bíblico. Pero, tal vez, lo han hecho de manera superficial. No obstante, este
curso brinda pautas, herramientas, etc., para un estudio bíblico serio y
eficaz. Esto requiere de esfuerzo y disciplina.
Esta asignatura servirá para toda la
vida del ministerio cristiano. No es solamente asunto de un momento. No es
solamente para el momento del estudio de la materia. Al contrario, la
profundidad con la que se comience a entrar en el uso de estas herramientas, ha
de marcar el ministerio, ha de dejar una huella profunda, y ha de convertir al
estudioso de la Biblia en un eficaz e íntegro exponente de la Palabra de Dios.
Cuando uno es consciente del llamado
de Dios al ministerio, sabe que hay un precio que pagar. El Señor demanda
esfuerzo consciente, dedicado, disciplinado.
En la medida en que nos capacitemos más, el Señor nos usará más. Seremos
más moldeables a muchos de los propósitos que el Señor quiera cumplir en nuestras
vidas y ministerios que El nos ha encargado.
Este curso nos ayudará a desarrollar
la sensibilidad disciplinada para la comprensión de la Palabra de Dios. En
Lucas 9: 62 el Señor Jesús dijo: “Ninguno que poniendo su mano en el arado
mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. Si el Señor nos ha
llamado al ministerio, si estamos capacitándonos, debemos poner nuestra mirada
siempre para adelante. El arado lo tenemos, Dios nos lo ha dado. El trabajo que
vamos a realizar, dependerá del esfuerzo que pongamos en adiestrarnos para esta
obra; en afinar las habilidades que el Señor nos ha dado y que El quiere que
las pongamos a su servicio.
Concepto
de hermenéutica
Definición general
“Hermenéutica” es la ciencia y el
arte de la interpretación. En nuestro caso, se refiere a la “interpretación
bíblica”. El verbo que está en la raíz de la palabra “hermenéutica” tiene
varios significados: Aclarar, afirmar, proclamar, interpretar, esclarecer,
traducir. Todos estos términos tienen el significado común de que se refiere a
algo, sea escrito o hablado, que debe ser aclarado o explicado.
En otras palabras, un mensaje o
texto necesita ser entendido y explicado, de tal manera que su contenido sea
entendible a los oyentes, que son a quienes queremos comunicar el mensaje.
Breve perspectiva
histórica de la palabra “hermenéutica
El origen de esta palabra lo
encontramos en el idioma griego, y especialmente en la mitología griega. Los
griegos son conocidos como quienes desarrollaron todo un cuadro de dioses para
diferentes necesidades humanos. Era una forma con la que trataban de explicarse
un poco la realidad en que vivían. Intuían respecto a ciertas preguntas sobre
el sentido de la existencia y otras realidades.
Según la leyenda griega, existía un
dios llamado “Hermes” (raíz de “hermenéutica” y del verbo “hermeneo”). Hermes
era considerado el “dios mensajero”, encargado de traducir o interpretar el
pensamiento, voluntad, deseos, etc. de los otros dioses para que los hombres
pudieran entender. Hermes era considerado el mensajero divino del dios Zeus (el
dios principal, el jefe de los otros dioses).
Es interesante cómo esta leyenda se
ve reflejada en uno de los pasajes de la Escritura. Por ejemplo, en Hechos
14:11-12 después de que Pablo y Bernabé tuvieron que huir de Iconio (donde
fueron apedreados) a Listra y Derbe, y después de que Pablo sanó a un cojo de
nacimiento en Listra, el pasaje dice: “Entonces la gente, visto lo que Pablo
había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza
de hombres han descendido a nosotros. Y a Bernabé llamaban Júpiter (Zeus), y a
Pablo, Mercurio (Hermes), porque éste era el que llevaba la palabra”. En
este sentido, para los de ese lugar, Pablo (Hermes) interpretaba a Bernabé
(Zeus) que era el que no hablaba. Lo hacía para que los oyentes lo entiendan.
Ahora, en este contexto, es fácil
comprender por qué “hermenéutica”, significa “explicar, expresar, comunicar,
traducir o interpretar”.
Necesidad
de la hermenéutica (problemas)
¿Cuándo es necesaria la
interpretación? ¿Por qué hay necesidad de la hermenéutica? Algunos han dicho:
“¿Por qué tenemos que complicarnos tanto la vida, estudiando un curso que a
primera vista parece muy difícil y complicado?”
La hermenéutica se torna en un
imperativo, porque tenemos que recordar que
la Biblia nos viene de una época y de autores que no son de nuestro
tiempo y que no los conocemos de forma directa. Cuando uno habla con la gente,
no necesita de un intérprete, porque se está frente a frente. Pero en el caso
de nosotros los ministros, tenemos que comunicar a la congregación y a todos
los hombres, porque ese es nuestro llamado, tenemos que proclamar la Palabra de
Dios. Y ésta nos viene como un conjunto de escritos que fueron dados a luz en
contextos y tiempos distintos al nuestro.
Entonces, para ser justos y honestos
con la Palabra, necesitamos entender qué
es lo que esa Palabra significó en ese tiempo, cuáles eran los
condicionamientos que hicieron que esa Palabra fuera relevante, cuál era el
propósito del autor, etc. De esa manera, nosotros podremos hacer las veces de
“un puente” entre esa Palabra que viene de la antigüedad y la iglesia,
congregración, el hombre de nuestros días que necesitan escuchar la voz de
Dios. Para esa labor que no es fácil, la hermenéutica nos da las herramientas
adecuadas, para que nuestro ministerio sea pertinente, ajustado al propósito de
Dios y a las necesidades de la iglesia y de la sociedad contemporánea.
Es necesaria la hermenéutica cuando
se da un cuadro de problemas como los que confronta la iglesia hoy en
día. Estos problemas hacen que nuestra tarea hermenéutica se torne en un
imperativo y que la hagamos con seriedad.
(1) Crisis en la predicación. Somos llamados a
proclamar el evangelio, el mensaje de Dios. Pero si hacemos un estudio en torno
al púlpito en Latinoamérica, en cualquier denominación, nos damos cuenta que
nos enfrentamos a una verdadera crisis en la predicación. Alguien ha dicho que
hoy no se escuchan sermones, sino “sermonetes”, y éstos, lo único que pueden
producir es “cristianetes”, no cristianos.
Esto nos plantea, entonces, una
tarea urgente de realizar una verdadera predicción. Es como cuando el apóstol
Pablo dijo: “Pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras
solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo, y en plena
certidumbre... Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de
que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la
recibisteis no como palabra de hombres, según es en verdad, la palabra de
Dios...” (1 Tesalonicenses 1:5; 2: 13). Ese poder en el Espíritu Santo no
se da como una especie de inspiración instantánea, no se da sólo por el hecho
de llegar al púlpito, ni tratar de decir lo que ese momento viene a la mente.
Requiere de disciplina, de estudio, de contacto diligente con la Palabra.
Uno de los problemas serios que hace
necesaria la tarea hermenéutica seria, es que hay una crisis en la predicación.
No es sólo asunto de técnicas homiléticas, sino de contenido en la predicación.
(2) Superficialidad en el estudio
e interpretación de la Palabra. Se puede notar, con
mucha tristeza aveces, que no somos conscientes de la importancia de la
Palabra; porque vivimos en un tiempo donde la “palabra” está devaluada. Es el
tiempo de los medios electrónicos de comunicación. Es el tiempo del bombardeo
de lo visual. Estamos en un tiempo donde las personas no creen en la palabra de
las otras. Para todo se necesita un documento legalizado.
Esto nos ha llevado a la crisis en
el sentido de que la “Palabra” no recibe la atención y la importancia que
merece, siendo que viene de Dios. Recordemos que Dios dice “que su palabra no
regresará vacía”. Pero se refiere a Su Palabra. Esto quiere decir que nosotros
debemos conocerla, entenderla, para poder decir como los profetas: “Vino a mí
Palabra de Dios diciendo”; “lo que voy a comunicarles es Palabra de Dios”.
Ojalá que con las herramientas que
vamos a aprender en este curso, podamos llegar a ser “ministros de la Palabra”.
(3) Confusión en las prioridades
ministeriales. Este no es un problema nuevo. Se dio ya en
el contexto de la iglesia primitiva. La iglesia iba creciendo y desarrollándose
de una manera efectiva. El mismo crecimiento trajo problemas y desafíos que
hacían necesaria la atención de sus líderes. En Hechos 6:1 dice: “En
aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de
los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquellos eran desatendidas
en la distribución diaria”.
Esto hizo que probablemente algunos
pensaran que “solamente si los apóstoles atienden el reparto para las viudas,
todos vamos a estar tranquilos”. Esta es una tentación para el ministro. Sin
embargo, los apóstoles reaccionan de una manera adecuada y dicen: “No es
justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a la mesas. Buscad,
pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos de
sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo, y nosotros persistiremos en
la oración y en el ministerio de la palabra” (Hechos 6:2-4). La prioridad
para ellos era la oración y la predicación de la Palabra.
El ministerio evangélico se basa en
la Palabra de Dios. Aunque el ministerio pastoral incluye varias facetas, no
cabe duda de que alcanza su más plena expresión en la predicación de la Palabra
de Dios. Al ser esta la naturaleza del ministerio pastoral, es lógico que una
de las consideraciones primordiales del ministerio tenga que ver con el
correcto empleo de la Palabra de Dios. Pablo dice en 2 Timoteo 2:15: “Procura
con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”.
A la luz de esto, podemos concluir
esta parte, como lo dijo Pablo, que una de la marcas distintivas del falso
ministro está dado por el hecho de que adultera la Palabra de Dios. “Pues no
somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con
sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios hablamos en Cristo”.
(4) Escasa sensibilidad a los
desafíos de la hora presente. Las grandes necesidades
y problemas que confrontan la sociedad actual ha originado respuestas de todo
tipo de expertos (sociólogos, antropólogos, economistas, politólogos, científicos
sociales). Todos aportan una solución. Pero muchas veces, la iglesia cristiana
y los ministros no tienen nada que decir respecto a las necesidades de la hora
presente, porque son insensibles a los desafíos que presenta la sociedad
actual. Esto sucede porque su acercamiento a la Palabra es muy superficial. Si
fuéramos conscientes de la realidad, iríamos a la Palabra con el deseo de
encontrar respuestas a las necesidades de nuestro contexto en el que vivimos.
La
hermenéutica es necesaria, porque al acércanos a la Palabra de Dios de una
manera adecuada, conociendo el contexto en el cual nos movemos, vamos a darnos
cuenta que en verdad la Palabra de Dios es viva y eficaz, y tiene respuestas
para las necesidades, interrogantes y problemas que vive el hombre
contemporáneo.
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